Todos los sábados treinta niños y niñas, de diferentes edades, acuden al club CoderDojo de Medialab Prado para aprender a programar con Scrach o Processing de forma totalmente gratuita. El club es todo un éxito y los chavales esperan ansiosos la llegada del fin de semana para trabajar con código en un ambiente informal. La mala noticia es que hay una larga lista de espera, algo de debería hacer reflexionar a las autoridades educativas.
CoderDojo es un movimiento internacional con tres pautas básicas: debe ser gratuito, formado por profesores voluntarios y utilizar software libre. Pero les cuento brevemente esta historia que tiene como protagonista al joven irlandés James Whelton.
Whelton comenzó a programar, de forma autodidactica, a los 9 años. En secundaria ganó un concurso de desarrollo web y luego se hizo famoso por hackear el ipod. Cada vez eran más los colegas de su escuela, PBC Cork, que buscaban su ayuda. Decidió entonces crear un club de computación para impartir clases de HTML básico y CSS. En 2010 James fue invitado a hablar en la Dublín Web Summit, donde conoció a Bill Liao, un empresario y filántropo australiano dispuesto a dar un impulso nuevo al proyecto y hacerlo crecer.
En 2011 se lanza CoderDojo, un movimiento global sin fines de lucro y código abierto con el objetivo de enseñar a programar a los jóvenes de forma gratuita. Actualmente hay más de 200 Dojos en todo el mundo. Según Whelton, CoderDojo no solo está llenando el vacío del sistema educativo, también está dotando a los niños de nuevas habilidades. Fuente Takingonthegiant
En Madrid ya hay un CoderDojo. Se abrió en mayo de 2013 en MediaLab. Los coordinadores son Mónica Montoya y Sergio Galán. Me cuenta Mónica que actualmente hay 30 niños, de diferentes edades, que todos los sábados por la tarde aprenden a programar con Scrach, App Inventor, HTML o Processing. Y lean bien, hay una lista de espera de 100 niños.
“Los más pequeños (8-10 años) están con Scrach. Hay un grupo que está escribiendo aplicaciones con App Inventor, en este nivel hay que tener una pequeña base. Otro grupo está haciendo cuentos web en HTML, y los mayores aprenden Processing. Aunque curiosamente en Processing hay una niña de unos nueve años, que como no es muy diestra con el teclado, el padre escribe todo lo que ella le va diciendo. Después de la programación juegan con Minecraft que es muy divertido y didáctico para ellos. Se lo pasan bomba”.
Actualmente hay diez mentores pero se necesitan más.
“Los mentores son profesores de universidad que no han tenido experiencia previa con niños. Al principio, un día vine y vi a los niños delante de una pantalla y sin comunicación entre ellos. Dije: esto es muy raro, esto no ocurre nunca. Entonces me puse a trabajar con los mentores en una serie de pautas de actuación. Actualmente tenemos diez mentores a los cuales no les podemos exigir que fichen todos los sábados, necesitamos mucha flexibilidad. Necesitamos mentores, cuanto más tengamos más niños podrán venir”.
Como era de espera, hay más niños que niñas (sólo un 20%). Los menores de 11 años deben ir acompañados de sus padres y la idea es que se involucren en el proceso de aprendizaje. Pero eso, apenas ocurre.
«Entre los padres hay de todo. Los hay que colaboran con los niños y hay buen entendimiento. Hay otros que no entienden los nuevos modelos educativos informales. Un grupo de madres ya nos han preguntado por un taller para padres. Yo estaba deseando esa pregunta y ahora estamos viendo con los mentores una clase específica. No quieren código y eso me da mucha pena porque creo que podrían aprovechar muy bien las tres horas que están aquí. Otro objetivo que perseguimos es que el Dojo funcione de forma autónoma sin necesidad de que los coordinadores estemos.”
El Coder de Madrid es muy reciente, apenas ha cumplido un año pero ya ha llegado el momento de colaborar con otros centros, y perfeccionar el sistema.
“Estamos experimentando constantemente lo que funciona y lo que no. Estamos comenzando los contactos con otros Dojos, sobre todo de Latinoamérica. Hay mucha documentación en inglés y queremos que haya más feedback en castellano. Hemos aprendido de ediciones anteriores y ahora ya tenemos objetivos definidos, talleres de duración determinada y protocolos”.
También estuve hablando con los chavales y algunos padres. La satisfacción es unánime pero les dejo, para terminar, una frase de Juan, once años, alumno de Processing:
“En el colegio, en Tecnología, nos enseñan cosas menos útiles que programar, programar te puede dar un trabajo, saber los plásticos no tanto (sólo si vas por una ingeniería). Eso me parece mal”.
Ahh y si algún profesor quiere ser voluntario tan sólo tiene que ponerse en contacto con Mónica o Sergio en Medialab Prado.