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14 julio, 2014 Posted by sorayapa Publicado en MundoTech
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El boom de las hacker houses, revival tecnológico de la cultura hippie

Jocelyn Berl, en Sunflower Hacker House

Jocelyn Berl, en Sunflower Hacker House

Vivir en una hacker house está de moda en Silicon Valley, no sólo por la necesidad debido a los altísimos precios de la vivienda, sino también porque el Co-op Living es una renovada forma de entender la vida. El mes pasado estuve en San Francisco con mi hija y nos alojamos en la casa hacker de Jocelyn Berl, una pionera de este nuevo movimiento que en realidad es un revival tecnológico de la vieja cultura hippie.

La casa de Jocelyn Berl se llama Sunflower y forma parte de un nuevo movimiento hippie tecnológico que ha crecido espectacularmente en Silicon Valley. Una cultura que va mucho más allá del simple hecho de compartir casa, en una hacker house converge gente con amplios conocimientos tecnológicos, ideas de negocio e intereses similares. El estímulo intelectual es muy potente y de hecho algunas son, además, aceleradoras de startups.

Este tipo de viviendas se han popularizado en los últimos tres años por diferentes motivos, uno de ellos es, sin duda, el coste de la vivienda. San Francisco es la ciudad más cara de EE.UU y vivir en Silicon Valley cuesta un 87 % más que en cualquier otro lugar de USA. (Fuente: Yourstory.com/2014).

Pero hay otra razón, más espiritual y contracultural. En pleno auge de la economía colaborativa se erige este nuevo movimiento de Co-op Living impulsado por una generación de jóvenes tecnólogos más interesados por el networking y la ayuda mutua que por el afán de alquilar o tener una casa propia.

Según Jocelyn, actualmente, hay cuatro tipos de casa hacker:

«Hay casas que serían del tipo <<startup 1>> en las que un grupo de gente que está trabajando en una startup dispone de un sitio para trabajar y dormir donde pueden dedicar el mayor tiempo posible a su startup. Es más barato que vivir separados y alquilar un espacio para trabajar. Las <<startup 2>> son casas en las que cada inquilino se dedica a su propia startup. Mi casa es del tipo <<hacker hostel>>, para gente del mundo de la tecnología que está visitando o quiere mudarse al Valle. Por último están las <<comunidades intencionadas>> que son una o varias casas cuyos residentes están interesados en vivir juntos permanentemente, ya sea trabajando, cuidando de sus familias o sólo para hacer el mundo un lugar mejor».

NYT_chezjjEn julio de 2012 el New York Times publicó un reportaje sobre los hacker hostels que estaban surgiendo en San Francisco Bay Area y el Valle. En concreto el artículo hablaba de la cadena Chez JJ fundada por Jade Wang y Jocelyn Berl. Un negocio novedoso y de éxito, pero a la vez un vivo ejemplo de que amistad y dinero nunca van bien de la mano. La historia de Jocelyn es también la historia de las hacker houses.

«Todo comenzó hace unos cuatro años cuando encontramos una casa en Atherton. Tenía seis habitaciones, una piscina, un garaje para tres coches y un acre de terreno.  También tenía una secuoya entre dos palmeras.  Así  nació Treehouse.  Había una compañera, Katy, que era un tanto especial, era muy brillante y creativa pero a la vez imprevisible. Katy descubrió Airbnb y sin decir nada a nadie alquiló todas las camas; fue muy divertido tener tanta gente nueva alrededor pero también supuso mucho trabajo y decidí dejarlo, no merecía la pena. Entonces apareció Jade Wang y me ofreció vivir con ella. Comenzamos a pensar en hacer las cosas de otra manera usando Airbnb, queríamos alquilar literas. Yo era muy buena gestionando grupos y creando comunidad, y ella era muy buena con los negocios. Jade había estado creando start-ups desde que tenía  cuatro años, su historia es realmente fascinante, actualmente es inversora. Hacíamos un gran equipo y lo pasábamos muy bien juntas. Inmediatamente fundamos  una casa en el centro de Mountain View, tuvimos mucha demanda. Las críticas de los clientes eran tan buenas que estábamos siempre llenos y con reservas para meses por adelantado. Comenzamos a trabajar con amigos y llegamos a tener dos casas en Mountain View, una en Menlo Park, una en San Francisco y otra en Millbrae. También tuvimos mucha presencia en prensa después de ser entrevistadas para el New York Times. El primer año pasó rápidamente y sin problemas. Yo trabajaba entonces en una escuela de Palo Alto y era agotador. Cuando Jade y yo abrimos ChezJJ no teníamos ni idea de dónde íbamos a llegar, honestamente pensé que íbamos a cerrar en un año. No redactamos, ni firmamos, ningún acuerdo entre nosotras; no hicimos ningún business plan, no visitamos a un abogado. Jade puso el dinero inicial y yo puse el trabajo. La idea era un reparto 50/50 de los beneficios. Jade me dijo que no me preocupara…Ahora, en retrospectiva, ese «no te preocupes» debió haber sido la primera bandera roja, pero era novata y no me di cuenta de nada. Cuando abrimos la casa de Millbrae las cosas comenzaron a ir mal. Decidí que era suficiente así que me fui a la secretaria de estado para formalizar mi propia LLC. Mientras estuve allí aproveché para comprobar los papeles de ChezJJ y descubrí que mi nombre no figuraba como cofundadora, sino como empleada no remunerada. Así fue como decidí abrir  Sunflower Hacker House LLC.»

Jocelyn BerlSunflower también está en Millbrae, un barrio al sur de San Francisco muy cerca del aeropuerto.  Durante la semana que estuvimos allí coincidimos con chicos y chicas del mundo de la programación, el diseño o el emprendimiento. Este renovado movimiento comunal se asemeja a la cultura hippie pero hay una diferencia de peso, el dinero sí importa.

«Una hacker house no es sólo vivir en comunidad y organizar fiestas hippies. Cuando estás en una startup, tu vida se convierte en tu empresa, no hay distinción entre vida laboral y vida en casa, todo es lo mismo. Si crees que el estilo de vida hippie es contra-cultura y una forma de cambiar las cosas, entonces Silicon Valley es lo mismo. Silicon Valley está interesada tanto en la justicia social y medioambiental como en las fiestas, al igual que los hippies,  pero en el Valle se gana mucho dinero, y no hay nada de malo en ganar mucho dinero”.

En las hacker houses tampoco entra cualquiera, normalmente hay un filtro de admisión.

«Todas las comunidades son selectivas. Yo personalmente no lo soy, leo los mails de las personas que solicitan cama para tener una idea de sus motivos para ser residentes. Les pregunto por qué quieren vivir en mi casa, en qué trabajan o el tipo de proyectos en los que están envueltos. Es verdad que obtienen «puntos extra» si tienen referencias de gente que conozco o si son profesores o están interesados en la Educación y la tecnología. Pero lo que no quiero es gente que no tenga nada que hacer durante el día.»

Por último, Jocelyn nos deja una relación de hacker houses y sus recomendaciones.

  • Rainbow Mansion, de Shevek. Tienen preferencia por los científicos espaciales puesto que fue puesta en marcha por un grupo de científicos de la NASA.
  • Stonehenge, de Katy Levinson.
  • Campus, de  Tim Currier, un compañero de la Fundación Thiel. Empezó la casa gracias a un premio de 100,000 $ dado por la misma fundación.
  • Blackbox. Son conocidos por ser un poco selectivos acerca las personas a las que dejan entrar en la casa. Funcionan también como una acceleradora de Startups. Fadi Bashira es el fundador.
  • Tortuga. Este sitio es fantástico. Es una comunidad de gente muy humilde mezclada con espíritu hippie, startups y ciencia. Liderada por Matt Bell.
  • Langton Labs. Estuve una vez y me pareció un sitio súper raro y divertido. Su fundadora se llama Jane Partensky.

Incluyo la casa Embassy fundada por Carlos de la Lama en Palo Alto y dirigida, fundamentalmente, a emprendedores españoles. 

Y no quiero terminar este post sin apuntar que las hackers houses se enmarcan, también,  dentro de otro novísimo movimiento contracultural denominado UnCollege que aboga por remplazar la universidad y abrazar el aprendizaje auto dirigido.

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